Perseo; el valiente guerrero, hijo del dios Zeus y de la princesa
griega Danae, regresaba a casa en la isla de Serifos procedente del
lejano fin de la tierra. Su atrevida búsqueda había resultado exitosa, y
dentro de un saco resistente y bien sellado llevaba un regalo de boda
sin par para su rey, Polidectes – la cabeza de la arpía Medusa.
Este espantoso monstruo, cuyo pelo está compuesto de una masa
hirviente de serpientes vivas, poseía ojos dotados del terrible poder de
convertir en piedra a quien los mirara. Armado con su petrificante
trofeo, Polidectes sería invencible.
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